Dilma Rousseff ante el desafío
Por Álvaro Jordán
Después
de una dura campaña política, la representante del Partido de los Trabajadores
de Brasil, Doña Dilma Rousseff, ha logrado con mucha dificultad un apretado
triunfo para la presidencia del Brasil con un 51,54 % de los votantes, frente a
un 48,46% logrado por el Partido de la Socialdemocracia Brasileña para su
representante Don Aécio Neves.
Estos
resultados, la estrecha diferencia de los resultados obtenidos, colocan al
partido oficial en una situación complicada, con muy poco margen de apoyo para
intentar imponer un programa de trabajo acorde con las aspiraciones de los
sectores políticos que lo respaldan, colocándolo en una situación muy difícil
para la permanencia y reproducción del poder del partido en el subsiguiente
periodo presidencial.
Al
Partido de los Trabajadores, con Dilma Rousseff a la cabeza, se le plantea dos
alternativas políticas para decidir en el futuro próximo: La primera, es
intentar cumplir la oferta política hecha a sus seguidores, provocando una
confrontación con la poderosa oposición existente, que con la débil mayoría
lograda a causa del desgaste sufrido por el incumplimiento de anteriores
ofertas, lo llevará a aumentar la pérdida de imagen y a sacrificar el éxito en
la próxima elección, creando las bases para un bipartidismo conservador, ya
caduco en Europa, que empieza a ser superado por renovadas propuestas
participativas de cambio, reflejo de las aspiraciones de las corrientes
afectadas por la crisis del sistema de poder mundial.
La
segunda alternativa, parece estar incluida en el discurso triunfal de la
candidata del Partido de los Trabajadores. Como primer punto, ha convocado en
forma repetida a la búsqueda de la unión de todos los brasileños. La verdad es
que todo candidato ganador y mesurado siempre convoca a la ciudadanía a la
unidad; y la convocatoria de Rousseff puede tratarse sólo de un puro
formalismo. Pero el llamado a la unidad del pueblo adquiere solidez cuando se
convoca simultáneamente al diálogo de los distintos sectores de la ciudadanía
para lograr los cambios legislativos que
la misma requiere, con un planteamiento del establecimiento de un ambiente de
paz. Estaría hablando la Presidenta de la posibilidad de desarrollar un diálogo
constructivo, de acercamiento de las propuestas, que pueda unificar a las bases
de los distintos sectores ciudadanos, con los que se puede conformar los acuerdos
de bases, que expresen las exigencias de la diversidad popular. El grave
desafío para el nuevo gobierno es, que este diálogo, en un esquema de poder
vertical, nunca se ha realizado, el poder en todos los países del mundo
democrático impone su política al margen de las minorías. En los otros, en las
dictaduras, no respeta ni las mayorías. Estaríamos ante un novedoso y agresivo
planteamiento de una ampliación de la democracia tradicional hacia una
participativa mediante el diálogo y en un ambiente de paz, que evidentemente
resultará una apertura muy atractiva para la inclusión de amplios sectores de
bases, hasta ahora marginados.
En
las Tierras del Libertador Grigotá
27de octubre de 2014
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