Por Álvaro Jordán
De los
distintos colonialismo que ha padecido nuestro pueblo, el más nefasto es el que
históricamente ha sufrido y sufre internamente, conocido como colonialismo
interno, también lo llaman neocolonialismo, los más conciliadores lo llaman
centralismo y sus promotores, en su forma edulcorada, lo llaman Estado
benefactor.
Durante
la colonia española, la metrópolis castellana robaba la plata del cerro de
Potosí, mientras la administración colonial se enriquecía con el trabajo
esclavo de los nativos, los que sostenían
la producción agrícola que alimentaba a los mitayos, es decir, son los que antes
fueron dueños de las riquezas, que luego los animalizaba.
La
apoteósica lucha por la libertad, de 300 años, de los pueblos de la cuenca
amazónica-platense, aglutinados por las etnias del antiguo Kandire[1],
luchas recogidas por la historia épica de la Chiriguanía Libre, fue ahogada por
las victorias de último momento, de Bolívar y Sucre, cuyos éxitos fueron, en
una parte importante, el resultado de los 5000 mercenarios europeos y
pertrechos militares que puso el gobierno británico a disposición del
“Libertador Bolívar”. Así entre comillas porque, del colonialismo español, llevó
a América a la dependencia británica.
En el
periodo republicano, la expropiación de las riquezas de los pueblos nativos se
disputaron los distintos centros imperiales europeos, beneficiando finalmente,
como efecto de las guerras europeas, al nuevo imperio norteamericano. En el entremedio,
se enriquecían los administradores del nuevo régimen de explotación, algunos herederos
mestizos del antiguo coloniaje español, los descendientes de los mancebos de la
tierra, transformados en la oligarquía republicana. El pueblo marginado del
campo y la ciudad continuó sometido al doble abuso del colonialismo externo y
el interno.
Ya agotadas las propuestas de la civilización
occidental, resurgen en las postrimerías del último siglo, las ancestrales experiencias de los pueblos
kandirenses[2],
de contenidos humanistas y naturalistas con su despliegue de renovadas ofertas
de convivencias, de amistad, de esperanzas en una nueva vida, un vivir mejor,
respetuoso de nuestras diferencias y nuestra libertad.
En la
cresta de estas luchas se encaramó un nuevo partido centralista, más centralista
que los anteriores. A nombre de los cambios se apoderó del Gobierno el actual
presidente del Estado plurinacional, hasta el adjetivo de plurinacional es
cínico porque lo que se ha impuesto es un Estado aimarista, esto es un Estado
con el poder hegemónico de cultura
aimara sobre el conjunto de naciones que conforman la totalidad nacional, esto
significa que se ha consolidado un colonialismo interno apoyado en la
burocracia partidaria, las fuerzas armadas[3],
la policía y, en lo económico, en los capitalistas cocaleros del Chapare, sus
comercializadores internacionales y la banca, todos constituyendo el insaciable
poder del Estado.
Éste es
el poder que exige vasallaje al resto de la población: Caranda, Buenavista, Don
Diego, El Naranjal, son el símbolo de
cientos de pueblos y comunidades dispersas en la heredad territorial, que ya
tienen más de 50 años[4]
entregando sus riquezas petrolíferas y gasíferas al colonialismo y hasta ahora
siguen condenadas en la miseria, no disponen ni siquiera del uso doméstico del
gas que producen, muchas no tienen agua potable, menos pensar en viviendas
dignas, educación y salud. Pero son muchos los burócratas que siguen
enriqueciéndose con las riquezas de los nativos, a nombre del Estado benefactor,
particularmente en La Paz.
El
TIPNIS simboliza una lucha mucho más profunda. Es la lucha de David contra
Goliat. David representa la lucha de los pueblos sometidos, los marginados de
la humanidad, los nativos integrados con la naturaleza que reclaman su derecho
humano a vivir como ellos consideran que hacen su felicidad. Al mismo tiempo,
increíblemente desde el fondo de la historia de nuestros ancestros de Kandire,
trasmite a la humanidad un mensaje de esperanza, nos muestra un camino por
una vida mejor de esencia humanista en equilibrio con nuestra hermana La
Naturaleza. Goliat representa la fuerza bruta, es el colonialismo, que impone
la expropiación de nuestras riquezas, es el monstruoso Estado, que disimula la
coerción irracional con las leyes y la justicia para imponer el colonialismo
interno y externo, para concretar una carretera para los cocaleros ansiosos por
apropiarse de las tierras de los nativos del Parque Nacional del Isiboro
Sécure, para el uso de los narcotraficantes que surten el mercado brasileño y
europeo, en definitiva es para el
tránsito del comercio transnacional del Brasil con el mercado de las inmensas
costas del Pacífico. Como ya lo anunciamos con la VIII[5]
marcha en defensa del TIPNIS: El TIPNIS simboliza el enfrentamiento de las
corrientes que a nivel internacional representan el sistema de apropiación del
producto del trabajo ajeno[6],
ya caduco, en contraposición a la emergente corriente nativa de contenido
humanista y naturalista.
En las tierras del Libertador Grigotá, 17 de mayo, 2012
[1]
Jordán, A., 2005, Kandire origen y evolución del llano boliviano, Edit.
Universitaria, Santa Cruz.
[2]
Jordán. A., 2011, Humanismo primitivo, civilización y humanismo superior. http://humanismochane.blogspot.com/search?updated-min=2011-01-01T00:00:00-04:00&updated-max=2012-01-01T00:00:00-04:00&max-results=11
2012.
[3]
Las fuerzas armadas y el Ministerio de Gobierno consume el 50% del Presupuesto Nacional
[4]
Las comunidades del sur ya tienen más de 80 años de entrega de sus riquezas.
[5]
Jordán, A., 2011, Territorio Indígena y Parque Nacional Isiboro Sécure, http://humanismochane.blogspot.com/2011_08_01_archive.html,
2012.
[6]
Capitalismo privado, mixto y estatal.
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