El enemigo más grande del País
Por Álvaro Jordán
El enemigo más grande que tiene el país es el centralismo. Como nunca, aprovechado el recordatorio de los 451 años de la fundación de Santa Cruz de la Sierra, el centralismo españolista, desde Santa Cruz, abusando de la ingenuidad de sus dirigencias políticas y de comedidos voceros pensantes, ha lanzado una nueva arremetida mediática, buscando beneficiarse del debilitamiento del verticalismo masista y en la perspectiva de la toma del poder en beneficio del viejo señorío blancoide.
Es indispensable tomar conciencia que el centralismo en sus distintas facetas sólo ha buscado el apropiarse de nuestros territorios y sus riquezas, la explotación de nuestra gente, el achicamiento de nuestros pueblos y si es posible su desaparición como cuando nos invadían los Yupanky y los Guayna Kapak desde las montañas o desde La Paz amenazaban con dar pasaporte a los cruceños para su diáspora.
La política centralista es la responsable del achicamiento de Kandire nativo, el que alcanzaba lo que ahora son los departamentos de Beni, Pando, Santa Cruz, Tarija, la mitad de La Paz , la mitad de Cochabamba, la mitad de Chuquisaca y mucho más allá de las interminables fronteras de Brasil, Argentina, Paraguay y Perú.
Gracias al valor y sagacidad del Libertador Grigotá y sus valerosos colaboradores Vitaùé, Goligoli y Tendi, defensores de Kandire, a finales de la época precolombina, se preservó su integridad, se fortaleció su dignidad y se conformó la última gran confederación de pueblos libres que existió en Kandire luego de las victoria del Libertador Grigotá y sus heroicos colabradores sobre los ejércitos de Guaina Kapak dirigidos por Guancané, Condorillo, y Turumayo.
Con la invasión española, el fabuloso Kandire se redujo a lo que fue la Gobernación de Mojos, todavía con todos los retazos, arriba mencionados, que comprenden la actual Bolivia, y más allá de sus fronteras, hasta los límites impuestos por la invasión española, cuya superficie, según Eric Red Taremacua, era de 3.000.000 de Km2; la que fundó el virrey Andrés Hurtado de Mendoza, Marqués de Cañete, el 15 de febrero de 1560, de cuyo resultado un año después, Ñuflo de Chaves fundó su Capital, Santa Cruz de la Sierra, por orden virreinal, en la sierra del Riquió, en Chiquitos.
Este choque cultural fue a su vez el inicio de la lenta conformación de una nueva identidad que no termina de consolidarse. Con Santa Cruz, la serrana y San Lorenzo, entre las nativas chané, chiquitanas, chiriguanas, guarayas, ayoreas y otras, atropelladas por la arrogancia del conquistador nacieron los mancebos de la tierra, herederos del coloniaje, unos incorporados a las élites centralistas y otros desplazados como campesinos y trabajadores capitalinos.
Fueron tres siglos de lucha permanente por preservar la libertad de los pueblos nativos, de chiriguanos, chiquitanos, guarayos y todos los nativos de la cuenca amazónica platense; entre ellos, en la etapa de la conquista, sobresalen los dirigentes de origen chane de la Confederación defensiva contra la invasión española: Vitapué, Tendi y Goligoli, Posteriormente en la época colonial tenemos al Mburuvichaguasu Chindica, quien dirigió la Confederación defensiva entre el 1730 y 1767, el Mburuvichaguazu Guarikaja de la Confederación entre los años 1770 y 1800, épica lucha con miles de héroes anónimos, ocultos por la historiografía centralista, pero que inspiro a los nuevos defensores del territorio de origen mestizo en la llamada guerra por la Independencia.
En esta etapa se distingue el General Kumbay, protector de la Chiriguanía Libre, quien apoyó al General Belgrano con sus valerosos kereimbas, apoyó al General Arenales y dio protección en sus territorios a los héroes de Santa Cruz: El Colorau Mercado, Cañoto, Tuy Baca y sus aguerridos patriotas. El Mburuvichaguazu Guariyu con sus aguerridos kereimbas fue parte de la victoria de La Florida bajo las órdenes del Coronel Ignacio Warnes y desde la Chiriguanía con un ejército de kereimbas nace el grito libertario del 24 de Setiembre de 1810.
La unidad de hecho, ofrecida por los luchadores de la Chiriguanía Libre, fue desconocida por los nuevos gobernantes del centralismo altiplánico dando inicio a una nueva y despreciable etapa de colonialismo interno, con una agresividad y crueldad desconocida en el coloniaje español. Entre los nombres emblemáticos, de incomparable heroísmo, se encuentran los del Mburuvichaguazu Passana, el Mburuvichaguzu Acaresi, la Mburuvichaguzu Yaguaca. No podemos dejar de mencionar a los nativos de Ibamira, quienes prefirieron la elección del suicidio, lanzándose al precipicio, antes que perder la libertad.
La última Federación defensiva de los nativos estuvo dirigida por Chapiaguazu Tumpa, quien fue derrotado y muerto por las fuerzas del chilenófilo Aniceto Arce, después de una cruenta batalla en Kuruyuky, el 29 de febrero de 1892. Fueron 1000 los guerreros caídos en batalla, y más de 5.000 los ejecutados posteriormente en la persecución de exterminio realizada por el “Ejército Nacional”.
En el sector mestizo patriota surgieron los movimientos dirigidos por el federalista Andrés Ibañez, posteriormente por los Domingos, Ya en el siglo XX, se tiene la defensa de la integración con el ferrocarril, la sublevación del General Callejas, la defensa de las regalías y finalmente el siglo XXI la lacerante invasión de huestes altiplánicas en setiembre de 2008. En resumen son siete veces que ha sido humillado el pueblo cruceño y hollado su territorio con la invasión de hordas kollas y del ejército para imponer el sometimiento a los intereses del centralismo. Ahora el centralismo estatal aimara se apropia de la tierra de nuestros hermanos Ayoreos y Chiquitanos en Tucavaca , de nuestros hermanos guarayos en San Julián, de nuestros restos Chane en El Choré, de nuestros hermanos chiriguanos en La Chiriguanía y de nuestros hermanos yuracaré en Yapacaní.
Callando esta tragedia cruceña, los voceros del centralismo aprovechan el recordatorio del 461 Aniversario de la fundación de la ciudad de Santa Cruz y pregonan voz en cuello, que la cruceñidad nació en esta fecha, el 26 de febrero de 1561, adoptando la posición tradicional del racismo centralista y señorial al querer convencernos que Santa Cruz sólo es la ciudad y olvidando que Santa Cruz es un Departamento, heredero de la Gobernación de Mojos, que en esa época tenía por lo menos un millón de nativos, frente a noventa invasores fundadores de la ciudad colonial. La cruceñidad es mucho más que 90 fundadores de la ciudad imperial. Es el territorio, es la Gobernación de Mojos que alcanzaba más allá de las fronteras, pero es todavía más que eso, es Kandire, todos los pobladores de la cuenca amazónica platense que el centralismo desconoce porque no puede aceptar que ellos son los responsables del achicamiento de semejante territorio.
Para concluir hay que decir que el enemigo más grande que ha tenido y tiene el País, es el centralismo y para Santa Cruz, el centralismo españolista, ahora aliado de hecho con el estatizante centralismo aimara para dividir a Santa Cruz.
En las tierras del Libertador Grigotá, 28 de febrero de 2012
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