Las elecciones y el Humanismo Superior
Por Álvaro Jordán
El proceso eleccionario que vive Bolivia es un excelente momento para diferenciar los principales elementos que intervienen en la búsqueda de la síntesis de la contradicción central de la “era de la civilización”: esto es el poder y el humanismo superior.
Después de un bochornoso proceso de aprobación constitucional, al que no nos vamos a referir, Bolivia se enfrenta a su primer acto eleccionario, asentado en una Constitución con una objetable base de legalidad y de legitimidad democrática. Aceptemos lo hecho y demos curso al espíritu positivo.
Lo primero a destacar es la cantidad de postulaciones, en el que aparecen partidos tradicionales, históricamente caducos, y que pugnan por recuperar vigencia en el nuevo escenario del teatro político. Luego están los nuevos partidos que pugnan por un espacio en el mismo escenario y finalmente se presentan personalidades que aspiran a interpretar los intereses de sectores regionales, sociales, económicos, ideológicos, religiosos y otros.
De lo que se trata es lograr la mayor cantidad de aplausos del escenario que los observa y de esa manera proclamarse como estrella central, con ello se transforma en el dueño del País durante la próxima gestión constitucional.
La gran contradicción es, por una parte, que los mensajes son a cuales más prometedores, supuestamente en beneficio de toda la población. Es una oferta de un vivir mejor, de mejor educación, de mejor salud, de mejor vivienda, de más y mejores trabajos, de mejores salarios, de lucha contra la corrupción, el crimen y la explotación y muchas ofertas más, que hacen a la dignidad, a la libertad, la democracia, el respeto al otro, la solidaridad, en resumen, que hacen al bienestar del conjunto poblacional. Es una oferta de profundo contenido humano, que a todos entusiasma. Es una oferta muy difícil de plantear seriamente y exige del candidato una gran habilidad para convencer de su honestidad y de su capacidad de realizar tan amplio espectro de propuestas. El ingenuo elector sólo debe seleccionar aquel que le parece de más confianza.
Sin embargo, el candidato y el partido sabe, que de lo que se trata es solamente lograr el apoyo mayoritario, una vez en el gobierno su papel es satisfacer los intereses del sector que lo postuló, y hábilmente convencer a los demás de que hace los esfuerzos para satisfacerlos, hasta que termine su periodo y si es posible más allá.
Dicho de otra manera, en forma más clara, la función del candidato es lograr el poder, con sus asociados de partido, apoderarse del estado y con él favorecer los intereses del grupo que representa. Los que no votaron por él, a los que se reconoce por pertenecer a los partidos opositores, no tienen derechos efectivos, aunque tienen derechos legales. Se desarrolla una lucha subterránea desde el poder para manipularlos y si es necesario, usar la fuerza para imponer la voluntad de la autoridad. Se está en presencia de un gobierno que, al margen de la constitución discrimina y niega a los opositores, se encarcela a los que piensan distinto, se exilia a los que exigen el respeto a sus reivindicaciones, se desplaza masivamente a poblaciones disconformes con el gobierno, expoliando su patrimonio y provocando su desaparición, se masacra a nombre de la defensa del poder constituido, se viola la ley, no se respeta la democracia, finalmente se falsean las elecciones, estableciéndose la impunidad. En una frase: se ha impuesto el anti humanismo, representado por el poder.
El pueblo se encuentra permanentemente sometido a este despreciable juego de manipulación de sus aspiraciones a través de ofertas engañosas y la brutalidad del ejercicio del poder, ciclo que se repite con cada nueva elección y el consiguiente periodo de gestión.
Evidentemente llegará un día en que el poder será desenmascarado, gracias al cada vez más elevado nivel cultural del pueblo, y cuando el achicamiento de las bases económicas que lo sustentan impidan su efectividad, entonces el pueblo podrá reestructurar este estado verticalista, reemplazarlo por un estado administrador, coordinador y obediente a la voluntad de los sectores de base económica, social y otros que busquen el equilibrio mutuo y con la naturaleza.
Será entonces, cuando habrá nacido la “era del humanismo superior”. Una sociedad tolerante, que valore la diversidad, disfrute del compartir, donde reine la dignidad y la libertad sea su felicidad.
Santa Cruz, 2009.07.22
Ver: http://humanismochane.blogspot.com
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