El
Fin de la Historia del Poder
Por Álvaro Jordán
Con la
caída del muro de Berlín en el 1989 y la hecatombe comunista, causante de la
disgregación del imperio soviético en el 1991, quedó el imperio de los Estados
Unidos de Norteamérica (EUNA), como único poder hegemónico en el planeta, imponiendo
la globalización neoliberal del mercado.
Siguiendo
la experiencia de posguerra en la estructuración de la Organización de las
Naciones Unidas con una dirección colectiva de cinco miembros’ el sistema del
capital privado, bajo el liderazgo de los EUNA consolidó frentes económicos con la forma de tratados
de libre comercio, de carácter regional
e internacional, como el NAFTA, (1994), que fue observado por Donald Trump, y
otros de carácter bilateral. Posteriormente, después de largas negociaciones, se
consolidó en febrero de 2016 el Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica
(TPP), del que se retiraron los EUNA al acceder a la presidencia de este país
Donald Trump. Finalmente se encontraba en trámite de perfeccionamiento un
tratado de libre comercio trasatlántico (TTIP) entre los EUNA y la Unión
Europea cuando el nuevo presidente de los EUNA, Donald Trump, también anunció
que no firmará el tratado.
En el
transcurso de este periodo, desde la caída del imperio comunista, el 1991 hasta
la fecha, se desencadenó la crisis
mundial del sistema de poder. La persistencia de la crisis a nivel laboral, la
incapacidad del sistema para ofrecer alternativas a los distintos problemas por
los que la sociedad atraviesa, como es el crecimiento de las diferencias entre
ricos y pobres, la acumulación de la riqueza en una cantidad cada vez menor de
manos, el incremento de la desocupación a causa de la necesidad de mejorar la
productividad para poder mantener la competitividad, la falta de voluntad
económica para solucionar los problemas de la contaminación ambiental y del
cambio climático, el agotamiento de las materias primas, el descontrol del
fenómeno maltusiano, aparte de las convulsiones político militares surgidas a
causa de la falta de solución a los problemas sociales fue habilitando en
América el resurgimiento del populismo del socialismo del siglo XXI haciendo
uso de la democracia burguesa de Salvador Allende en Chile para acceder al
poder y del poder brutal para conservar el poder, experimentado exitosamente en
Cuba por Fidel Castro y en África la rebelión de la Primavera Árabe aspirando a
reemplazar las satrapías árabes con actualizadas democracias burguesas.
En este
ambiente, el capitalismo estatal intentaba nuevamente la robotización humana
(transformación del ser humano en robot) con el socialismo del siglo XXI,
introduciendo solo cambios cosméticos en la estrategia para la toma del poder,
aprovechando la incapacidad del capitalismo privado para intentar alguna
innovación social, económica o política y fortaleciéndose con un renovado Estado
nacional socialista.
Ante el
debilitamiento político del capitalismo privado, se ha presentado una
radicalización del poder que lo sustenta, de esta manera el mundo está viviendo
un resurgimiento de políticas conservadoras con fuerte contenido autoritario
como las que sugiere el nuevo presidente de EUNA, Donald Trump, rompiendo las
direcciones compartidas de los tratados de libre comercio y reemplazándolas con
tratados bilaterales impuestos por el más fuerte, de contenido nacionalista,
agudizando la condición fallida del sistema mundial de poder, como ha sucedido
con la arrogante resolución de Donald Trump de construir un muro en la frontera
con México con recursos mexicanos no autorizados por el gobierno
latinoamericano.
Este
nuevo ambiente internacional plantea nuevas relaciones económicas y de trabajo.
La expoliación internacional de las riquezas de los países no
desarrollados por los países
desarrollados ha generado una avalancha de desocupados hacia los países ricos
en busca de los necesitados medios de sobrevivencia y el primer mundo
deshumanizado los expulsa. En otras palabras la globalización se asienta en la
explotación internacional de las riquezas en manos del capital globalizador del
primer mundo, pero no reconoce el derecho humano de compartir sus beneficios
con los pueblos del segundo mundo, generadores de estas riquezas.
Por
otro lado las políticas nacionalistas garantizan el mejoramiento económico y
social de los ciudadanos originarios, apoyado en el reemplazo de la mano de
obra humana migrante por robots, androides y/o ciborg que ha empezado a
desplazar a la masa trabajadora hacia el abismo delincuencial ya reflejado en
la condición fallida internacional cuyos ejemplos extremos son México,
Colombia, Venezuela en América y Somalia, incluyendo África Central y África
Oriental en el continente africano cuya dispersión aspira Donald Trump evitar
en su territorio. Esta política se está expandiendo al resto de países del
primer mundo, condenando a los países del segundo mundo a mantenerse en su condición
de territorios abiertos para la expoliación de las materias primas baratas
necesarias para la fabricación masiva de los robots de bajo costo del nuevo
imperio de poder centralizado del primer mundo.
Se está
ingresando a un nuevo sistema social y económico asentado en la apropiación a
nivel mundial de las riquezas naturales
en beneficio de la población del primer mundo para la fabricación de robots
baratos encargados de la producción en una nueva sociedad en la que el segundo
mundo se habrá transformado en un territorio ocupado por esclavos manejados por
los robots bajo el control de las elites empresariales del primer mundo.
Este
panorama económico social de una sociedad homogeneizada por un mundo robotizado estaría planteando el fin de la
historia del poder ya anunciada en otros términos por Francis Fukuyama, como
siempre utópica, porque el ser humano por su esencia humana no aceptará de
ninguna manera la condición de esclavo y se verá obligado a luchar una vez más
por su libertad eliminando el poder que lo esclaviza, esto es la explotación
del empresariado y el poder que lo sostiene, reivindicando para si la calidad
de único propietario del producto de la fuerza de trabajo y de las riquezas
naturales que existen en el planeta. Estas dos condiciones son las bases
económicas de una sociedad humanista, que para diferenciarla de tantos
humanismos mediáticos hasta ahora propuestos, la hemos denominado como la
sociedad del Humanismo Superior.
En
las Tierras del Libertador Grigotá
Febrero
de 2017.