lunes, 22 de agosto de 2011

Territorio Indígena y Parque Isiboro Sécure

Territorio Indígena y Parque Nacional Isiboro Sécure
TIPNIS
Por Álvaro Jordán
El Territorio Indígena y Parque Nacional Isiboro Sécure, (TIPNIS), se ha convertido en el símbolo de las luchas de los marginados de llanos y valles de la cuenca amazónica-platense  y en el centro de  atracción de las luchas del resto de marginados de Bolivia; unos con más de 500 años de humillaciones y  otros por alcanzar los 200 años de imposiciones y sometimiento al poder colonial internacional y nacional.
Los pueblos de este territorio, los mojeños, yuracarés y chimanes, han emergido como la vanguardia de las fuerzas progresistas de Bolivia, sólidamente respaldadas por la Confederación Indígena del Oriente de Bolivia, (CIDOB). Son los defensores de la democracia, la libertad y la naturaleza, los que se revelan frente al atropello a los derechos ya conquistados por las naciones nativas.
                                                 
Bandera de los pueblos amazónico-platenses
El TIPNIS simboliza el enfrentamiento de las corrientes que, a nivel internacional, representan el modernismo caduco implantado por la racionalidad capitalista estatal y privada, y el posmodernismo que irrumpe en la segunda mitad del siglo XX como resultado del inevitable agotamiento del modernismo. Es la diversidad cultural, étnica e ideológica que se impone a la monoculturalidad y a la hegemonía étnica e ideológica de los estados nacionales, es la democracia directa que cuestiona la democracia burguesa, es la multipolaridad del poder que se impone a la unipolaridad del poder, es la voluntad de las bases que resquebraja la verticalidad del poder,  es la concepción de la búsqueda del “vivir mejor” para todos frente a la del desarrollismo al servicio del enriquecimiento de minorías privilegiadas, es la insurgencia del individuo frente a su negación en la sociedad de masas, es la búsqueda de una sociedad humanizada por el trabajo no enajenado. Ante la ausencia de una guía orientadora clara, en la perspectiva del futuro, estas características del posmodernismo son  presentadas por los satisfechos con los abusos del poder, por los que tienen miedo a la libertad, por los timoratos ante el inevitable cambio  como que la humanidad hubiera ingresado a una etapa de caos: es el poder que se resiste a su sustitución por una sociedad en el que quede fuera de la humanidad este monstruo del mal.
A nivel nacional, en la VIII marcha indígena  “Por la defensa del Territorio Indígena y Parque Nacional Isiboro Sécure (TIPNIS), por los territorios, la vida, la dignidad y los derechos de los pueblos indígenas”,  se está decidiendo la hegemonía del Estado colonial aimara, cuya pretensión es el sometimiento del resto de las etnias y la población mestiza de Bolivia, en beneficio de la burocracia partidaria y estatista del MAS incrustada en el engañosamente llamado Estado Plurinacional de Bolivia. El desconocimiento de los derechos del TIPNIS, legalmente conquistados por los nativos, corresponde a una nueva etapa de decantado político del Estado autoritario, en la que, con la declaración del Presidente: de que la carretera se hará por encima de la oposición indígena, reconoce la vigencia de la quinta etapa del Vicepresidente García, en la que los sectores minoritarios, en este momento los nativos de los llanos y valles,  serán desplazados   por los sectores beneficiados con la colonización de la amazonia; aparte de establecer una ruta internacional para el trafico de la cocaína se abre un espacio virgen para la denunciada colonización de los cocaleros del Chapare, precisamente los cocaleros cuya producción mayor está destinada al narcotráfico. Con el pretexto del beneficio mayor se decreta la muerte de las naciones minoritarias de llanos y valles: es la política fascista de eliminación de los sustituibles, la población de la llanura, para el colonialismo aimara, somos los ”judíos” sustituibles en Bolivia. Los campesinos multiculturales del Chapare, los cultivadores de coca, son quienes se beneficiarán con las tierras a colonizar, precisamente son los que se lanzan a bloquear la marcha por el TIPNIS, los que buscan enfrentar una marcha pacífica, y pone a dos pueblos: TIPNIS y Chapare , a dos departamentos: Beni y Cochabamba, y finalmente a dos regiones de Bolivia:  las Tierras Bajas y las Tierras Altas, al borde de la confrontación, al inicio de una guerra racial de consecuencias imprevisibles, cuyo único responsable será este gobierno, promotor de un nuevo punto de bifurcación de las luchas nacionales; otra especialidad violentista del guerrillero terrorista Qananchiri, hoy Vicepresidente García.

El TIPNIS es el área protegida más rica del continente en diversidad biológica y está declarada tierra indígena de tres etnias de los llanos: Yuracaré, Mojeño y Chimán. La carretera atravesando exactamente por el medio de este territorio determina la desaparición de estos tres pueblos y me pregunto: ¿dónde queda la defensa declarada constitucionalmente de su preservación por el gobierno del Estado Plurinacional? La colonización del territorio significará la eliminación de la riqueza biológica de la reserva del Parque Isiboro Sécure y me vuelvo a preguntar: ¿dónde quedó el compromiso del Estado plurinacional de defensa de la naturaleza? Y por último  el derecho a la Consulta y Consentimiento Previo, libre e informado, queda expuesto a las amenazas de las pretensiones del gobierno colonial aimara y estatista de Evo Morales de realizar un proyecto caminero,  para beneficiar a las grandes compañías ligadas al capital internacional y de paso a las mafias del narcotráfico originario del Chapare y me vuelvo a preguntar ¿Dónde quedaron las obligaciones con los pueblos nativos establecidas en la Constitución Política del Estado Plurinacional y dónde quedaron los compromisos con la hermana naturaleza  ofertados en la cumbre de Cancún y de Tiquipaya?

La colonización de la cuenca amazónica-platense es humillante para nuestros pueblos y nos consolida como pueblos colonizados, estos son pueblos sin libertad y sin dignidad. Es un recurso fácil  el apropiarse de la propiedad ancestral del vecino ante la incapacidad de generar trabajo y políticas de desarrollo local y finalmente es criminal la política de destrucción de una economía consolidada en la llanura en más de medio siglo de esfuerzo nacional sólo para satisfacer resentimientos y complejos mezquinos al amparo de la brutalidad del poder.
El TIPNIS no se opone a la construcción de la carretera de integración nacional e internacional, pero los graves conflictos generados por el proyecto colonial y gubernamental exigen un nuevo trazado que  los elimine. El costo exorbitante de la carretera, el doble de lo esperado, exige un tratamiento mesurado con los pueblos amenazados y la naturaleza agredida. De no ser así se estará confirmando la presencia de una mafia narco-masista beneficiaria del trazado actual.
La creatividad de los pueblos nativos de la cuenca amazónica-platense no deja de sorprendernos: En agosto del 1990 se concretó la primera marcha por el territorio y la dignidad de los pueblos nativos de las tierras bajas a la sede del centralismo colonial españolista de la época, la que encabezada por Marcial Fabricano logró arrancar el reconocimiento de algunos derechos sobre territorios nativos ancestrales.
En agosto de 1996 se realizó la marcha nacional por la tierra y territorio, derechos políticos y dignidad, con la que se consiguió la Ley INRA y se legalizaron las Tierras Comunitarias de Origen, (TCO)
La Marcha Indígena que se realizó entre junio-julio del año 2000 tuvo un sentido profundamente político, fue la primera en exigir la refundación de la república con la realización de una Asamblea Constituyente, la que se llevó a cabo entre los años 2006 y 2007 . El testimonio de Carlos Cuasace Surubí, ex presidente de la Organización Indígena Chiquitana, (OICH) y Senador chiquitano informa: Mientras luchábamos nos dimos cuenta que no lograríamos nada solos y, claro, los partidos políticos tradicionales veían como bueno que siguiéramos divididos… Entonces, lo recuerdo bien, nos reunimos con uno de los líderes de las tierras altas y le dijimos: Mira hermano, ustedes tienen los mismos problemas que tenemos nosotros, las mismas necesidades”. Entonces resultó en el acuerdo que hicimos no sólo para la ley de hidrocarburos sino también para defender los derechos de ambos, los indígenas de las tierras altas y de las tierras bajas, de los más discriminados. No sólo defendimos la soberanía de nuestro estado, de nuestros recursos naturales, sino que también nos dimos cuenta que necesitábamos un cambio en el marco constitucional... y es así que reclamamos una asamblea constituyente. Hicimos ese acuerdo, hicimos una conferencia de prensa y juntamos fuerzas, tierras altas y tierras bajas.
Otro aporte importantísimo al nuevo pensamiento político boliviano fue la propuesta hacia la Asamblea Constituyente realizada por la Asamblea del Pueblo Guaraní, (APG), titulada “ORE ÑEMONGETA([1])”. Es un planteamiento principista por la defensa de los derechos humanos de los pueblos nativos durante un lustro de siglos postergados por el colonialismo internacional y el colonialismo interno, republicano y españolista, sobre el que el colonialismo aimara emergente construyó el discurso histriónico con el que el Sr. Evo Morales atrajo la simpatía de los marginados nativos, sociales, regionales, de género y religiosos de Bolivia e internacionalmente concitó la atención del mundo caótico del modernismo decadente y del posmodernismo desorientado.
Los principales valores planteados por el ORE ÑEMONGETA, están sobre la base de los cinco siglos de lucha permanente en defensa de la libertad de los pueblos sin dueño y la cultura humanista chané, resumidos con la consigna guaraní “iyambae”, bandera de lucha de defensa del TIPNIS, convertido en el símbolo de defensa de la libertad de todos los sectores actualmente sometidos por el coloniaje  aimara. Símbolo de la defensa del territorio que garantice nuestro modo de ser, “Ñande Reko”, nuestra “Tierra sin Mal”, nuestro Kandire, nuestra cultura humanista. Dentro del respeto mutuo de la diversidad cultural, étnica, religiosa y equidad económica el Ore Ñemongeta plantea la unidad como aspecto fundamental de las luchas por la reestructuración del poder, sobre el que indican en la p.3 del citado documento: consideramos que esta generación del poder desde las bases es el cambio de fondo, lo que actualmente todos los Pueblos Indígenas y las mayoría de la población empobrecidas estamos reclamando, porque nos hemos dado cuenta que el sistema asentado en la generación del poder desde arriba hacia abajo, cuya expresión extrema es el imperialismo, que en el caso de nuestro país es el centralismo, pero que ha entrado a un proceso de franco agotamiento.
La última sorpresa con la que nos asombra la capacidad creativa de los nativos amazónico-platenses es la puesta en escena de la bandera que los representa. En primer lugar hay que destacar que en todas estas sorpresas no existe el liderazgo personalizado que tanto reclaman los teóricos de la oposición sectaria ya que la estructuración del poder desde las bases, planteada en el Ore Ñemongeta no promociona liderazgos empoderados, sino representantes al servicio de las bases, por lo tanto la creatividad es resultado de las conversaciones de bases que hacen a la democracia directa, en reemplazo de la democracia representativa institucionalizada por el verticalismo del poder.
La bandera blanca con el patujú, explicaba muy escuetamente Adolfo Chávez, es el emblema que emerge como un símbolo de los pueblos originarios de las tierras bajas, es una enseña que “refleja paz y armonía”.
 Tiene un gran fondo blanco en representación de la fortaleza que genera la unidad de todos los pobladores del territorio.  El color blanco es la amalgama de los infinitos colores que contienen el universo de intereses que pueden existir en el territorio representado. El color blanco representa  la inteligencia y la sabiduría indispensable para construir un futuro respetuoso de las diferencias y digno para todos. El color blanco también es la oferta de paz que hacen los pueblos amazónico-platenses a los hermanos del planeta, para una convivencia en armonía con los otros y la naturaleza. El color blanco reclama al individuo y a la comunidad la espiritualidad indispensable para aceptar la cultura humanista en reemplazo de la cultura del poder que nos esclaviza.
La flor de patujú con los colores de la bandera boliviana sobre el fondo blanco simboliza la simbiosis de la herencia cultural nativa y europea, representa el mestizaje republicano, la armoniosa sinergia indispensable para la unidad respetuosa de las diferencias que conforman las distintas identidades incluidas en el territorio de las tierras bajas.
Finalmente la  flor de patujú representa el equilibrio indispensable para un sostenido  florecimiento de la exuberante belleza en el ser humano y su hermana la naturaleza, del amor y la felicidad del género humano.
Santa Cruz, 21 de agosto de 2011
En las tierras del Libertador Gran Grigotá