Autonomía
Por Álvaro Jordán
Las aspiraciones autonomistas
tienen distintas interpretaciones, acorde con la identificación de los
intereses económicos y políticos de sus promotores. Resultado de las luchas del
poder central y las aspiraciones democrática de los pueblos en el país se ha
generado una autonomía tradicional con el flujo de poder descendente y otra
emergente con el flujo de poder ascendente.
A los agentes del centralismo de Estado al unísonos con los defensores del
colonialismo interno, nacional y departamental los hemos visto accionar juntos
en este periodo de la llamada “revolución
cultural” del Movimiento al Socialismo, (MAS).
Recordemos que ante el fracaso
de los partidos sistémicos, como se les llamó al conjunto de partidos
existentes en el momento de la crisis neoliberal, la aspiración humanista de la
población de Santa Cruz se decantó proclamando la convocatoria a la lucha por
la autonomía, convocatoria fuertemente enraizada en el imaginario étnico,
histórico y cultural de la población del país, razón por la que el gobierno se
vio obligado a asumir una oferta autonomista. Aprovechando el carácter elitista
de la propuesta citadina, la incorporó a la nueva Constitución Política del Estado
Plurinacional de Bolivia dándole un fuerte contenido centralista y un matiz
indianista a la oferta indígena-guaraní.
A lo largo de los 12 años de
hegemonía del MAS, el Gobierno se ha identificado con posiciones extractivistas
para la exportación y anti ambientalistas, (represión a los defensores de la naturaleza),
fundiendo los intereses estatales con los
privados y los del neocolonialismo internacional, desvirtuando
totalmente su compromiso con los sectores sociales que inicialmente lo encumbraron
y, ante el consecuente abandono, se ha visto necesitado de fortalecer el poder
del Estado alrededor de la persona del presidente, transformándolo en una autoridad cuyo desconocimiento de la
democracia establecida constitucionalmente lo transforman en un Dictador,
origen de las luchas por la defensa de la democracia, transformadas en el
mandato dispuesto por el pueblo mediante el referendo del 21 de febrero del 2016,
prohibiendo su repostulación (la cuarta) a la presidencia de Bolivia..
El comportamiento político de
los distintos sectores partidarios, sociales y económicos ha permitido
refrescar la memoria del pueblo sobre los verdaderos intereses de los mismos, ya
que las necesidades impuestas por el doble sexenio de gestión estatal los han
obligado a mostrarse sin la hoja de parra con la que ocultan sus vergüenzas e históricamente
se santifican.
En primer lugar el Estado una
vez más ha continuado imponiendo el colonialismo interno por distintas razones
objetivas, fundamentalmente económicas. El manejo económico a ese nivel es
muchísimo mayor que a nivel departamental, provincial o municipal por lo tanto los montos negociables son muy
atractivos para las ansias de enriquecimientos del sector partidario,
burocrático y social angurrientos de
dinero y por ello de poder, elemento fundamental de la corrupción, el crimen
organizado y el contenido mafioso creciente, origen del desprestigio del Estado,
sus instituciones, su jefatura y su partido.
En segundo lugar
están los partidos políticos, todas organizaciones sectarias, defensoras de los
intereses de sus miembros y enemigos de los demás. Como organizaciones
nacionales y en posesión del poder del Estado han sido y son responsables del saqueo histórico de las riquezas
del país y del pueblo. De la marginación de las mayorías mestizas e indígenas a
lo largo de toda la existencia republicana, también han sido responsables de la
miseria y pobreza en que se debate la mayoría del pueblo, de la expoliación y
exportación de las riquezas generadas con sus esfuerzos. También ellas son las
responsable de la pérdida de más de la mitad del territorio nacional,
negociados para el beneficio de los bolsillos de las élites partidarias
gobernantes, como fue la activa participación del chilenófilo y traidor Aniceto
Arce para evitar el ingreso del ejercito del General Narciso Campero al Litoral,
en resguardo de mineros chilenos establecidos allí[1]. Entró a la política con
la formación del partido Pacifista, partido al servicio de Chile en Bolivia, carrera
que al final, con el partido Conservador, llegó a la presidencia de la
república, el que junto con el partido liberal acordó la venta del Litoral, del
Madre de Dios y el Acre a cambio de negocios particulares conjuntos. Además fue
el autor del genocidio en Kuruyuki, el
1892. Personaje paradigmático de las dirigencias partidarias y militares del
periodo republicano: cobardes y traidoras frente al agresor extranjero, y
crueles e inhumanas ante el compatriota indefenso. A sus colaboradores fratricidas,
responsables de la muerte de 6.000 guaraníes, cruceños, tarijeños y chuquisaqueños,
se los recompensó con la entrega de las propiedades
quitadas a estos pobladores, defensores de sus territorios, y con la entrega de
los restos del genocidio de Kuruyuki: mujeres y niños, en condición de esclavos
y otros más que fueron vendidos a la siringa beniana, muestra de su responsabilidad
en la política colonial interna que desarrollan para enriquecerse con las dones
de nuestra tierra, la expoliación de nuestro pueblo y si es necesario con su
eliminación física en complicidad
con las distintas layas del imperialismo internacional y finalmente ellos son
los responsables de la corrupción generalizada digitada desde el Estado, desde
sus instituciones oficiales con negociados oscuros, imposiciones de fuerza y el
crimen organizado.
Parte importante del desmontaje
de la podredumbre de los partidos políticos es la eliminación definitiva de los
líderes de los partidos, cuyas cualidades son construidas y exageradas con el
sobrenombre de caudillos. En la actualidad, como resultado de la situación
revolucionaria humanista, es notoria la volatilización de los líderes de
partidos, lo que es reclamado por los promotores de los partidos o por voces
ingenuas oficialistas y de la oposición sectaria que no entienden la riqueza de
la revolución humanista, Confiamos en que el pueblo, que se plantea la
desaparición de los partidos políticos está consciente de la importancia de la
exclusión de todos los aspirantes a líderes, por ser los responsables directos
de las desgracias padecidas por nuestro pueblo, candidatos a enseñorearse con
el poder para someter al pueblo una vez más. Toda lucha por el poder se la hace sobre los
hombros del pueblo para después someterlo a una relación de explotación.
La Nueva Sociedad será una de
servidores de sí misma, cuyos representantes, para el cumplimiento de las
funciones que ésta les asigne, serán elegidos los ciudadanos más destacados en
el servicio al pueblo, quienes estarán permanentemente obligados a informar a
las bases, las mismas que podrán disponer en cualquier momento la revocatoria
del mandato. Este tipo de relaciones sociales y políticas garantizan el
aprovechamiento de la riqueza intelectual colectiva, garantizan la distribución
equitativa de las riquezas, garantizan el aporte de los verdaderos servidores
de las bases y garantizan la eliminación de la corrupción pública y la
burocracia insensible.
Después de una intensa lucha
por la autonomía, en la que hubo muchos heridos, encarcelados, torturados,
exiliados y muertos de todos los departamentos del país, se impuso su aceptación
en la Constitución Política del Estado Plurinacional, conjugando el centralismo
del poder estatal con el reconocimiento de una distribución de poder autonómico,
en las formas de autonomía departamental, regional, municipal e indígena originaria campesina, cuya tímida
viabilización ha demorado casi 10 años, la última comprende un nuevo espacio
territorial que da lugar a las autonomías indígenas originario campesinas,
abriendo la posibilidad de existencia de autonomías regionales conformadas por
un municipio, una provincia, o más, con autonomía indígena, que tengan
continuidad regional y compartan cultura, lengua, historia, economía y
ecosistema en el Departamento. Fue la primera gran victoria del pueblo en su
enfrentamiento contra las aspiraciones dictatoriales del poder.
Veamos las peculiaridades básicas
de los dos tipos de autonomías reconocidos. Tomemos como ejemplo la autonomía
departamental de Santa Cruz, ésta es una autonomía con el flujo de poder
descendente, con una consulta de las bases al final de cada periodo
administrativo de 5 años y alguna consulta revocatoria antes de medio periodo
administrativo. Hay que aclarar que no corresponde a los contenidos aprobados
por el 86% del pueblo de Santa Cruz en el referéndum del 2008, no se ha
respetado la soberanía del pueblo. Se puede decir que desde el poder se ha
aprobado una autonomía, contradictoriamente, de fuerte contenido centralista.
La autonomía indígena
originario campesina Charagua Iyambae, del municipio de Charagua de Santa Cruz,
corresponde a la autonomía indígena largamente reclamada por los pueblos kandirenses,
incluida por el gobierno en la Carta Fundamental como contrapeso a las
autonomías departamentales, inspiradas fundamentalmente por políticas
conservadoras. Es una autonomía de tipo emergente con el flujo de poder
ascendente y con el reconocimiento de los usos y costumbres, en sus relaciones internas;
dentro del sistema de poder externo que las aprisiona desde el gobierno.
La autonomía indígena es una
rica experiencia de múltiples e interesantes contenidos de tipo social,
económico y político y por responder a una permanente consulta a las bases, se
puede asegurar que es el inicio de una autonomía revolucionaria asentada en
sólidas bases humanistas.
La autonomía indígena se
asienta en la voluntad de las bases resultado del consenso de los intereses
individuales, transformados mediante el diálogo creativo en voluntad colectiva
del conjunto local. Estos consensos se los somete a una compatibilización
mediante un nuevo diálogo constructivo dando lugar a una resolución zonal del
conjunto autonomista, la que finalmente es elevada a la Gran Asamblea
Autonómica. Las resoluciones son
obligatorias para el Órgano Legislativo y para el Órgano Ejecutivo autónomo.
Bolivia es el país más diverso
del continente, con su condición plurinacional, reconocida constitucionalmente,
de 36 lenguas, 36 naciones y una diversidad cultural todavía mayor, así como de
vivencias históricas, cuyo desarrollo con grandes sectores de marginados,
pobres y miserables, lo hacen el más atrasado de Sud América. La condición
plurinacional está en abierta contradicción con el centralismo del Estado,
generando hasta ahora una inviabilidad histórica. Sólo el desarrollo de una
avanzada estructuración autonomista crea las condiciones indispensables para
enfrentar en unidad la diversidad de intereses de esta pluralidad étnica,
cultural y social.
Recogiendo la rica experiencia
social, cultural y económica, de contenidos positivos y negativos del país, así
como otros aportes de la experiencia internacional, evidentemente la única
organización respetuosa de esta diversidad y por tanto unificadora es aquella
que se sustenta en el reconocimiento de los intereses sectoriales. Para ello es
indispensable incorporar en la estructura de servicio los fundamentos del
respeto al diferente mediante un consejo ejecutivo participativo que filtre
consensualmente las acciones de gestión, apoyado en un proceso creciente de
diálogo constructivo.
Escuela del Humanismo Superior.
Marzo
del 2018
[1]
Interpretación de los historiadores José Mesa, Teresa Gisbert y Carlos Mesa
Gisbert. https://es.wikipedia.org/wiki/Narciso_Campero.