Las Amazonas.
Por
Álvaro Jordán
La mujer, a lo largo del devenir del ser humano, siempre ha
estado dispuesta al sacrificio en defensa de sus intereses.
A comienzos de la era de la civilización, los pueblos
tenían todavía relaciones correspondientes a la era primitiva, asentadas en relaciones
de reciprocidad, con relaciones matrilineales,
matrilocales, matrifocales y matriarcales , sometidas en forma creciente a la
presión del poder naciente de la
sociedad patriarcal de la civilización.
En la historia estos hechos figuran en forma oscura, en
una nebulosa de fantasías, mezcladas con imaginativas mitologías de dioses,
diosas, hombres-dioses y mujeres-diosas incluyendo tumpas, esencias de la
naturaleza, monstruos, dragones, medusas, basiliscos[1]
y mundos fantásticos.
Por la ausencia de escritura los hechos heroicos de la era
primitiva se trasmitían en forma oral de generación en generación por lo que
adquirían el carácter de mitos y leyendas, generalmente aceptados como cuentos,
producto de la imaginación de dramaturgos, chamanes y cuentistas
extraordinarios. Incluso los trabajos de reconocidos poetas-historiadores como Herodoto
con “Los Nueve Libros de Historia” y Homero, autor de la “Iliada” y la “Odisea”
contienen una mezcla inextricable de hechos y fantasías propios de la época.
Finalmente, los promotores de esta cosmovisión mágica, con
el acceso a la escritura, fueron y son los representantes del patriarcado,
agentes interesados en deformar, disminuir y en lo posible invisibilizar la
terrible realidad escenificada contra la mujer por la imposición del hombre.
Los pensadores racionalistas los entendieron como parte de
la realidad vivida por los pueblos en lucha por mantener los valores de la
sociedad primitiva, esto es la necesidad de preservar los privilegios femeninos,
que eran violentamente agredidos por la emergente sociedad varonil.
La defensa de los privilegios que detentaba la mujer en la
era del humanismo primitivo[2]
tuvieron un carácter extraordinario por corresponder a un periodo de transición
hacia la era de la civilización. En ella nació y se consolidó la conculcación
de sus derechos, la pérdida de su libertad y su sometimiento al hombre.
En la etapa, primitiva, se recogían los alimentos
directamente de la naturaleza, y la familia se nucleaba alrededor de la mujer
por su condición de madre[3].
La función básica del hombre era la procreación, pero generalmente estaba fuera
del hogar. En algunas comunidades proveía el alimento, en otras, también era
parte de las tareas de la mujer, las relaciones económico-sociales eran
diversas con una ostensible caracterización por la preeminencia de la mujer que dio
lugar a una cultura ginocentrica en las comunidades.
La aparición del excedente del trabajo proporcionado por
la ganadería y la agricultura artificial, generaron la propiedad y el poder, cualidades
distintivas de la era de la civilización y que dieron lugar al sometimiento de
la mujer a la autoridad del varón como parte del sometimiento de las mayorías a
las minorías privilegiadas.
Con la aparición de la propiedad, la competencia entre la
mujer y el hombre se fue inclinando por el más fuerte. En una época en que las
condiciones personales de destreza física y fuerza eran determinantes para
lograr el sometimiento del otro y en que las exigencias de la maternidad
soportadas por la mujer condicionaban una vulnerabilidad en ella,
favorecieron la imposición de la
autoridad del hombre, por lo tanto las condiciones objetivas transformaron el
matriarcado en patriarcado, dicho de una forma general el primitivismo[4]
se transformó en civilización.
La dura realidad con la que agredían los hombres a las
mujeres, como agentes de las desgracias que les imponían, como directos
responsables de las amenazas a su existencia convenció a las mujeres, todavía
en el ejercicio del matriarcado, de la imperiosa necesidad de expulsar a los
hombres de la sociedad. De esta manera nacieron las sociedades gobernadas
exclusivamente por mujeres, que adquirieron el carácter de guerreras, para
defenderse de la agresión masculina.
El fenómeno de las mujeres guerreras, corrientemente
identificadas como amazonas, no fue otra cosa que los últimos testimonios
orales de las confrontaciones violentas en la transición de la era del
humanismo primitivo a la era de la civilización.
Fue la defensa de los privilegios del matriarcado contra
la terrible amenaza de los hombres por convertir a las mujeres en esclavas, que
las hicieron pasar de la condición de reinas de la sociedad que detentaban en
el humanismo primitivo, a la condición de propiedad de los hombres que
detentaron en la civilización, generando resistencias ,que determinaron su transformación
en guerreras del matriarcado, estas fueron las amazonas, defensoras del
humanismo primitivo.
Etimológicamente la palabra amazonas tiene distintas
interpretaciones, por lo tanto un origen incierto. Puede derivar de un etnónimo iraní, “hamazam”, que originariamente significaba “guerreras”. El griego
clásico contiene el a-privativo y mazos-pecho (sin pechos). Del persa “hamazakaran”
que significa “hacer la guerra” o de origen asianico: hama, todas y zan,
mujeres, “todas mujeres”.
Entendemos a las amazonas como mujeres que vivieron en una
determinada época, en la transición hacia el patriarcado, organizadas en
territorio propio y separadas de los hombres, con los que tenían relaciones
anuales u ocasionales; para asegurar su descendencia visitaban tribus sometidas.
A los niños los mutilaban, dejándolos ciegos o cojos para usarlos como
esclavos, se los sacrificaba o se los devolvieron a sus padres. A las niñas ademas de ser adiestradas en el manejo del
caballo y las armas, razón por la que se las identificó como amazonas,
acostumbraban quitarles el pecho derecho
para facilitar el uso del arco,
Las remembranzas de las Amazonas aparecen registradas en
Asia Menor, en Bohemia, África, Grecia, en América y el planeta todo. En los
últimos tiempos se revisan y actualizan sus gestas heroicas como
antecedentes de las luchas
reivindicativas de la mujer, como aporte importante de estas luchas por la
libertad de los pueblos en los inicios de la era de la civilización y como
condición indispensable para el éxito en la nueva sociedad humanista que nace.
Estamos convencidos de que su libertad y sus derechos sólo serán reivindicados
junto a los del pueblo, con el advenimiento de
una nueva sociedad humanista.
En Eurasia, la presencia más frecuente de las amazonas,
como no podía ser de otra manera, se presentó en su relación con la emergente
sociedad griega, introducida por los indoeuropeos, que las invadían. La
condición de sociedad en crisis lleva al criterio generalizado de que siempre
las amazonas fueron vencidas por los griegos como sucedió, por ejemplo, con la
imposición de los micénicos, sociedad patriarcal indoeuropea, invasora de los
minoicos, sociedad matriarcal de la antigua cultura europea, en las islas
Cícladas y Creta.
En la historia de Herodoto, se menciona a las amazonas, como
que estaban ubicadas a orillas del río Termodonte, al norte de Turquía en la
costa sur del Mar Negro, cuya capital se llamaba Termiscira. Relata, que en la
guerra de las amazonas contra los griegos algunas fueron tomadas prisioneras,
las que al ser trasladadas en tres
barcos, se revelaron y mataron a sus captores, logrando fugar al
territorio de los Escitas, los que estaban ubicados a orillas del Mar Negro.
Las amazonas se movieron en Asia Menor aliándose con
distintos reinos de la antigüedad, preservando su característica central de
estar regidas sólo por mujeres. Eran tribus nómadas, expertas en el uso del
caballo, ubicadas generalmente al norte de los griegos.
En la mitología griega las amazonas descendían de Ares,
dios griego de la guerra y de la ninfa Harmonía,
diosa de las amazonas. Eran dirigidas por una reina, las más conocidas son Hipólita y Pentesilea.
El texto épico de Quinto de Esmirna comenta en sus
posthoméricas[5]:
“Las tropas troyanas habían perdido a su máximo guerrero Héctor bajo el
poderoso Pélida Aquiles, golpe que solo pudo ser momentáneamente superado
gracias a la aparición de las amazonas. La
reina Pentesilea, acompañada de un ejercito de mujeres guerreras de su estirpe,
ofreció su fuerza combativa al rey de Troya, Priamo, para apoyar solidariamente
la defensa que hacían los troyanos de la hermosa Elena frente a la agresión de
los griegos”, a pesar de que éste con anterioridad las había combatido en
alianza con los frigios. La reina calculaba un triunfo que le daría mucho
poder. Homero registra en la Iliada: en esta larga guerra murió Pentesilea en
manos de Aquiles, así como otras doce reinas de las amazonas en defensa de la
hija de Zeus, Elena de Troya.
Existen muchas referencias a la existencia de las amazonas
en la historia griega expresadas en el arte griego, ya sea como esculturas,
cerámicas, pinturas, así como en composiciones poéticas y compendios
históricos.
Las Amazonas en América. La
invasión europea al continente americano, a partir del 1492, encontró culturas con distintos niveles de desarrollo.
En la Mesoamérica y los Andes se encontraban civilizaciones con un sistema de
poder patriarcal consolidado, como fueron los Aztecas en México y los Incas en
los Andes, aunque conservaban relaciones familiares heredadas de su antiguo
origen matriarcal.
Las selvas amazónico-platense, el Caribe y gran parte de
norteamérica estaban cubiertas de pueblos que se encontraban saliendo del humanismo
primitivo y entrando a la civilización, ya que habían aprendido la agricultura
artificial para satisfacer las necesidades de la sociedad y en algunas partes
se iniciaban con la cría de animales como la llama, el guanaco, la vicuña, el
pavo y otros. Eran pueblos con fuertes relaciones ginocráticas, mezcladas con
relaciones en la que los hombres iban ganando niveles de autoridad. En muchas
partes los hombres ya eran reconocidos como jefes de la comunidad, pero dentro
de una sociedad con relaciones matrilineales o matrilocales. Todavía se
encuentran en la actualidad comunidades aisladas, que a pesar del tiempo
transcurrido desde la invasión europea, se han preservado como mecanismo de
protección contra el avasallamiento extranjero. Por ejemplo las comunidades
guaraníticas de los Simbas en el Chaco boliviano.
Siguiendo el resumen de la doctora en filología hispana, Lola
Luna[6],
miembro de movimientos sociales y feministas internacionales, fueron cuatro los
puntos geográficos referenciales de la existencia de las amazonas en América:
Las Antillas, el río Amazonas, el occidente de México y la provincia de los
Llanos en el Reino de Granada, registrados por Cristóbal Colón, por Hernán Cortés, Francisco de Orellana y otros
Tomaban formas distintas, según el lugar en que vivían.
Eran poderosas mujeres que se movían desnudas, se defendían con las armas de la
época esto es el garrote, lanzas, arcos y flechas. En cierta época del año
traían hombres para la procreación y la preservación de la población, fuera de
esta época estos eran totalmente excluídos de la sociedad. A los niños los
abandonaban, los castraban para transformarlos en sus esclavos, los eliminaban,
o los mandaban con sus padres. A las
niñas, las conservaban y las cuidaban esmeradamente cultivando sus valores
guerreros, su habilidad para la cacería y las labores de campo.
Siguiendo el mito occidental, mucho se ha dicho que le
cortaban o le quemaban el pecho derecho a las niñas para facilitar el uso del
arco, sin embargo entre los investigadores actuales se impone el criterio de
tratarse sólo de una exageración ya que no aparecen en los registros gráficos
de la época.
Cristóbal Colón registra las noticias sobre las amazonas
en las Antillas en la primera crónica en América, del 1493, en carta enviada a
la reina Isabel. Cuando navegaba las aguas del Caribe, en la isla Matinino, en
la que encontró que no había hombre alguno, había un grupo de mujeres que llamó
“amazonas, las que no usan ejercicio femenil, salvo arcos y flechas”.
Rosalinda Díaz reproduce a E. Jalil Sued Badillo en las “Cacicas
Indoantillanas”, 1985, informa:
“el histórico hecho de que por lo menos 37 Cacique en La
Española y 30 en Borinquen, antes de ser
sometidas por los conquistadores europeos, las guerreras Taino se auto eliminaron ellas mismas en número sin precedentes, Tal fue su coraje y amor
a su libertad.”
Si bien existen otra muchas referencias a las amazonas
americanas, la información más completa de las misma la proporciona el Dominico
Gaspar de Carvajal, en su crónica “Descubrimiento del río de las Amazonas”,
quien inicialmente integró la expedición de Gonzalo Pizarro dirigida a las
nacientes del rio Marañón en procura del árbol de la canela, pero luego del
encuentro con el capitán Francisco de Orellana en el pueblo de Quema pasó a formar parte de esta hueste hasta la
finalización del recorrido que éste hizo del río, en el 1542, al que
posteriormente se le dio el nombre de río Orellana y finalmente quedo con el de
río Amazonas.
Ya en el primer tercio del recorrido del rio, en la región
dominada por el cacique Aparía, Fr. Gaspar de Carvajal recoge Informes de la
presencia de mujeres guerreras, que denominaron el río Amazonas, así como la existencia de riquezas en pueblos ubicados corriente abajo del río. Efectivamente
Pasando un par de leguas del Rio Negro Orellana entró a un pueblo que tenía una
plaza grande y en medio había un enorme
tablón con distintas figuras bellamente labradas, que el cacique explicó era el
lugar en el que las amazonas hacían sus adoraciones en memoria a sus dioses Dijeron
que se trataba de mujeres guerreras cuyos pueblos estaban formados únicamente
por mujeres y se ubicaban más o menos a ocho jornadas al sur de la costa. Los
pueblos en el que se encontraban solo eran pueblos sometidos y tributarios de
las amazonas. Más adelante la hueste de Orellana tuvo que enfrentarse con
pueblos que se resistieron a la presencia de los españoles. Resistencia que efectuaron con la participación de mujeres guerreras que aparecen como comandantes
de los pelotones de indios. El dominio de Las Amazonas llegó a alcanzar hasta
ciento cincuenta leguas a lo largo del río.
Fueron muchos los testimonios que dejaron registrados los
primeros conquistadores de América sobre la existencia de las amazonas. Entre otros,
solo a modo de ejemplo, podemos mencionar el relato recogido por el propio Hernán Cortés de un capitán enviado a la conquista de la región
del México occidental, conocida como Nueva Galicia. Allí encontró un pueblo
llamado Ciguatán poblado exclusivamente por mujeres, al que van mancebos de la
región durante cuatro meses para servirlas en todo lo que ellas les manden.
Generales.- En
general la matrilocalidad es una de las muchas maneras en que se expresa la
permanente vigencia del contenido humano del ser. Tomemos como ejemplo el
resumen de las conclusiones de investigaciones presentadas por la Dra en
Antropología Jian Li[7]
en su trabajo “Las sociedades matrifocales en clave antropológica de 28.01 2011.
Comentando los extensos trabajos de R. Smith realizados entre el 1951 y 1955
indica que la estructura familiar de Guiana podía definirse como matrilocal, en
que la madre de hecho normalmente es la líder de la casa aunque el padre
legalmente es la cabeza de familia, donde el varón normalmente se mantiene al
margen de las complejas relaciones internas del grupo. Refiriéndose a las
investigaciones de Chiñas B. muestra que en Zapoteca, la madre ocupa la
centralidad cultural legitimada por la sociedad y que la mujer ejercita un
poder y autoridad de parentesco, económico y social fuerte, y que las
relaciones entre marido y esposa tienden a ser remarcablemente equitativas,
esto es de mayor contenido humano
Se puede afirmar que existe una interpretación histórica
sesgada sobre la participación de la mujer en la sociedad de parte de la
cultura occidental, El colonialismo occidental en América, África y el mundo
entero ha profundizado la imposición masculina con una pérdida de poder
sociopolítico y económico de las mujeres. En gran parte de estos espacios se
tenía una cultura fuertemente matricéntrica
en la organización familiar. El sistema permitía a las mujeres asumir
posiciones de poder y autoridad, que fue suprimido con la imposición colonial.
El resumen de las amazonas aquí presentado corresponde al
ajuste que hizo la sociedad de la era primitiva en la transición a la era de
la civilización. Expresa la defensa que hicieron las mujeres en su condición de
guerreras de sus privilegios ante el avasallamiento de los hombres que
impusieron el patriarcado, es decir que de la hegemonía femenina se pasó a la hegemonía masculina.
Si bien la era del humanismo primitivo en general corresponde
a una sociedad matriarcal, estaba asentada en relaciones de reciprocidad,
resultado de la evolución concretada a lo largo de la era de la humanización, que
concluyó en la condición humana del Homo sapiens.
Siguiendo el pensamiento de Dominique Temple: “Los valores
humanos nacen, justamente, de la
reciprocidad con el otro y con la naturaleza”, aseveración que nos permite asegurar
que se está frente a sociedades humanistas, ya sea con estructura familiar,,
tribal o comunitaria, en las que se dieron relaciones algunas veces matrilocales, otras
matrilineales, matrifocales o francamente matriarcales, en la que el hombre
correspondientemente juega distintos papeles. En todo caso la economía de
sobrevivencia, esto es de abastecimiento natural, nos permite identificar una
sociedad de economía primitiva que conjugada con la existencia de una fuerte
participación de la colectividad,nos permite identificarla como un humanismo
primitivo.
La economía de la reciprocidad distribuye solidariamente los alimentos
mediante el don, visto así es una relación entre el donante y el receptor, si
bien es una obligación moral, también es ejercido en forma voluntaria guiado por principios de equidad. Pero no hay razón para pensar en una distribución
igualitaria como sostiene el marxismo
En la sociedad del humanismo primitivo hubo una franca supremacía de la mujer sobre el hombre, dentro de relaciones de reciprocidad.
Fue en la transición, cuando la mujer en su condición de guerrera ejerció el
poder deshumanizado. Por el contrario en la era de la civilización se produce
desde sus inicios una era deshumanizada a causa del poder ejercido por el
hombre.
En la actualidad la humanidad se encuentra inmersa en una
crisis generalizada del sistema de poder. Cualquier intento de
perfeccionamiento económico incrementa gravemente los problemas sociales, los
que conjuntamente con la agresión descontrolada de la naturaleza lleva a la
humanidad a su destrucción, es decir que se hace imprescindible la eliminación
del sistema de poder y su reemplazo por
un sistema humanista en el que tanto la mujer como el hombre en un dialogo
constructivo y creativo de bases construyan ina nueva sociedad asentada en el
respeto humano y de la naturaleza.
La eliminación del sistema de poder implica su reemplazo
por una nueva sociedad asentada en relaciones profundamente humanistas, armoniosas
y pacíficas, a las que se suman los adelantos de la ciencia, la tecnología y la
defensa de la naturaleza. La imperiosa necesidad de distinguir la nueva
sociedad humanista de las usos abusivos que han hecho de este concepto las ideologías sectarias del poder creemos justo y necesario dar a la nueva etapa
emergente el nombre de humanismo superior.
Bibliografía
Accurso,
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Argentina, 2016.
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de Esmirna. Disponible en: http. 2016
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Ediciones La Cueva 2016.
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https://www.academia.edu/3119936/The_Amazon_of_Matinino_A_Personal_Legacy_of_Female_Empowerment_in_the_Greater_Antilles,
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Sued
Badillo, 2011, 5º Centeneario de la Rebelión Taina, (1511/2011),
Temple, D, 2003,Teoría de
la reciprocidad, T I, La reciprocidad y el nacimiento de los valores humanos,
Edit. Garza Azul, La Paz,
En las Tierras del Libertador Grigotá
Mayo
2016
[1] Símbolo
del odio, la crueldad y la muerte. Con forma mixta de gallo, serpiente y sapo,
de carácter infernal y guardián de los tesoros.
[2] Aquí
llamamos humanismo primitivo a lo que Morgan y Engels llamaron salvajismo. La
civilización la identificamos con la aparición del excedente del trabajo y el
poder, y comprende la barbarie y la civilización de Engels. Ver “El origen de
la familia…”
[3] Johann
Jakob Bachofen, 1861, El derecho materno, planteó que el matriarcado fue
el régimen más antiguo que existió
[4] Jordán,
A,2012 Humanismo primitivo, civilización y humanismo superior
[6] Luna, L,
1982, LAS AMAZONAS EN AMÉRICA*, Universidad de Barcelona, (p 285)
[7] Jian Li,
2011, Las sociedades matrifocales en clave antropológica,
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