viernes, 16 de octubre de 2015

II Conferencia Mundial de los Pueblos por el Cambio Climático y el Humanismo supeerior

II Conferencia Mundial de los Pueblos sobre Cambio Climático y Defensa de la Vida.
             Por Álvaro Jordán
Entre el 10 y el 12 de octubre del 2015 se realizó la II Conferencia Mundial de los Pueblos sobre el Cambio Climático y Defensa de la Vida, (CMPCC) convocada por el presidente de Bolivia.
En ella participaron representantes de los pueblos, de los grupos indígenas, campesinos, movimientos sociales, científicos, académicos y delegaciones oficiales de la mayoría de los países del planeta. Por la convocatoria como por las resoluciones emitidas, ideológicamente, son la representación del sector que se autodefine como anticapitalista y auto identificados como socialistas, también reconocidos como el sector de las izquierdas.
Al margen de la retórica propagandística se trata del sector económico de los países y partidos políticos que conforman el sistema del capitalismo de Estado  y que ahora se autoproclaman como defensores de la naturaleza, la que reconocen como La Madre Tierra. Se presentó como el mayor foro alternativo a la "Conferencia de las Partes de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC)"  a realizarse en Paris a fin de año, conocida como Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP 21).
En el fondo se está en presencia de otro frente de lucha por la hegemonía mundial del poder, entre el capitalismo de Estado, en su sector ambientalista, reunido en Tiquipaya y el sistema del capitalismo privado. Ambos se aprestan a confrontarse en la COP 21.
Como antecedente hay que recordar que los causantes principales de la contaminación ambiental son los países desarrollados, ya sean del sector privado como EEUU y Europa o ya sea del sector estatal como China y Rusia. Algunos de los cuales, de ambos lados, no aceptaron los acuerdos de Kioto (EEUU y China).
El encuentro de Tiquipaya centró su actividad en el cambio climático y la defensa de la vida, lo que es muy bueno y estamos de acuerdo ya que  el cambio climático y la defensa de la existencia misma del ser humano es una preocupación de todos. Pero no debemos caer en la manipulación ideológica, cuyo propósito es ganar incautos para profundizar el control del poder del sistema del capital estatal.
Todo está saturado de cinismo. A nivel local: el gobierno de Bolivia, anfitrión del Encuentro de Tiquipaya, se asienta económicamente en la depredación de las reservas naturales y la extracción de sus riquezas para el abastecimiento de materias primas y energías contaminantes al mundo desarrollado y a cargo de transnacionales, ya sean privadas y/o estatales. El emblema icónico del encuentro es la diosa de la cosmogonía aimara: La Pachamama, La Madre Tierra, como su nombre y la simbología lo indican, es una expresión de poder divino imperial incaico y la alusión a la madre implica para el pueblo un contenido servil de sometimiento del ser humano a la naturaleza. La relación del ser humano y la naturaleza debe ser horizontal de equilibrio de mutuo interdependencia. A nivel internacional hay que recordar que la creación de las Naciones Unidas tuvo como fin fundamental la preservación de los derechos humanos, conculcados brutalmente en la guerra del 45 y hasta la fecha, ya van 70 años, y nunca se respetaron. La lucha por la hegemonía mundial es la causa de las más horrendas agresiones a los derechos humanos y de ello son responsables tanto el capital privado como el capital estatal, adornado el primero con el nombre de la democracia y el último con el nombre de socialista y ahora de ambientalista.
Los problemas ecológicos se deben ante todo al industrialismo, ya sea del capital privado  o del estatal. Ambos explotan al pueblo en beneficio del empresario privado o estatal. Su burocracia y sus ejércitos se sostienen por el excedente del trabajo, esto es la explotación de los pueblos. El control hegemónico del poder pretende el sometimiento esclavo de todos los pueblos del mundo en beneficio de los sectores privilegiados por el poder.
Lo que estamos diciendo es que la apropiación privada y/o del Estado de la naturaleza y del producto del trabajo es el origen de todos los males de la humanidad. Aquí se encuentra el nudo Gordiano del enredo estructural sistémico del poder. Hay que eliminar el poder, para ello hay que eliminar la apropiación privada y estatal de las riquezas de la naturaleza y de los beneficios del producto del trabajo.
Se debe reconocer que el único dueño del producto del trabajo es el que lo produce y que el único dueño de la naturaleza es el pueblo, es decir que estamos hablando de una apropiación privada individual y una apropiación colectiva de la riqueza, lo que significa que se deben empoderar las bases para que estas definan cómo solucionar sus problemas existenciales en función a la imprescindible preservación del medio, en un consenso dialogal y constructivo del individuo en la comunidad.
Estamos hablando de una nueva estructuración de la sociedad asentada en las determinaciones de las bases, en la designación de sus representantes administradores, coordinadores y ejecutivos bajo el estricto control de las bases.
En resumen la realización de estos encuentros de bases: de campesinos, indígenas, nativos, trabajadores y comunidades en general, ya sea promovidos por el capital de Estado o del capital privado es una vívida demostración de la continua dispersión del poder, las bases están disputando el poder, al hasta ahora, impune sistema de estados organizados mundialmente en la forma de Naciones Unidas. La culminación de este proceso de degradación del poder sólo puede tener una salida, que es su desaparición y su reemplazo por la democracia de las bases con el contenido recuperado del Humanismo superior.
Escuela del Humanismo superior
En las Tierras del Libertador Grigotá

Octubre, 2015

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