II Conferencia
Mundial de los Pueblos sobre Cambio Climático y Defensa de la Vida.
Por Álvaro Jordán
Entre el 10 y el 12 de
octubre del 2015 se realizó la II
Conferencia Mundial de los Pueblos sobre el Cambio Climático y Defensa de la
Vida, (CMPCC) convocada por el presidente de Bolivia.
En
ella participaron representantes de los pueblos, de los grupos indígenas,
campesinos, movimientos sociales, científicos, académicos y delegaciones
oficiales de la mayoría de los países del planeta. Por la convocatoria como por
las resoluciones emitidas, ideológicamente, son la representación del sector
que se autodefine como anticapitalista y auto identificados como socialistas,
también reconocidos como el sector de las izquierdas.
Al margen de la retórica propagandística se
trata del sector económico de los países y partidos políticos que conforman el
sistema del capitalismo de Estado y que
ahora se autoproclaman como defensores de la naturaleza, la que reconocen como
La Madre Tierra. Se presentó como el mayor foro alternativo a la "Conferencia de las Partes de la
Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático
(CMNUCC)" a realizarse en Paris a fin de año,
conocida como Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP
21).
En el fondo se está en presencia de otro frente
de lucha por la hegemonía mundial del poder, entre el capitalismo de Estado, en
su sector ambientalista, reunido en Tiquipaya y el sistema del capitalismo
privado. Ambos se aprestan a confrontarse en la COP 21.
Como antecedente hay que recordar que los
causantes principales de la contaminación ambiental son los países
desarrollados, ya sean del sector privado como EEUU y Europa o ya sea del
sector estatal como China y Rusia. Algunos de los cuales, de ambos lados, no
aceptaron los acuerdos de Kioto (EEUU y China).
El encuentro de Tiquipaya centró su actividad
en el cambio climático y la defensa de la vida, lo que es muy bueno y estamos
de acuerdo ya que el cambio climático y
la defensa de la existencia misma del ser humano es una preocupación de todos.
Pero no debemos caer en la manipulación ideológica, cuyo propósito es ganar
incautos para profundizar el control del poder del sistema del capital estatal.
Todo está saturado de cinismo. A nivel local:
el gobierno de Bolivia, anfitrión del Encuentro de Tiquipaya, se asienta
económicamente en la depredación de las reservas naturales y la extracción de
sus riquezas para el abastecimiento de materias primas y energías contaminantes
al mundo desarrollado y a cargo de transnacionales, ya sean privadas y/o
estatales. El emblema icónico del encuentro es la diosa de la cosmogonía
aimara: La Pachamama, La Madre Tierra, como su nombre y la simbología lo indican,
es una expresión de poder divino imperial incaico y la alusión a la madre
implica para el pueblo un contenido servil de sometimiento del ser humano a la
naturaleza. La relación del ser humano y la naturaleza debe ser horizontal de
equilibrio de mutuo interdependencia. A nivel internacional hay que recordar
que la creación de las Naciones Unidas tuvo como fin fundamental la
preservación de los derechos humanos, conculcados brutalmente en la guerra del
45 y hasta la fecha, ya van 70 años, y nunca se respetaron. La lucha por la
hegemonía mundial es la causa de las más horrendas agresiones a los derechos
humanos y de ello son responsables tanto el capital privado como el capital
estatal, adornado el primero con el nombre de la democracia y el último con el
nombre de socialista y ahora de ambientalista.
Los problemas ecológicos se deben ante todo al
industrialismo, ya sea del capital privado
o del estatal. Ambos explotan al pueblo en beneficio del empresario
privado o estatal. Su burocracia y sus ejércitos se sostienen por el excedente
del trabajo, esto es la explotación de los pueblos. El control hegemónico del
poder pretende el sometimiento esclavo de todos los pueblos del mundo en
beneficio de los sectores privilegiados por el poder.
Lo que estamos diciendo es que la apropiación
privada y/o del Estado de la naturaleza y del producto del trabajo es el origen
de todos los males de la humanidad. Aquí se encuentra el nudo Gordiano del enredo
estructural sistémico del poder. Hay que eliminar el poder, para ello hay que
eliminar la apropiación privada y estatal de las riquezas de la naturaleza y de
los beneficios del producto del trabajo.
Se debe reconocer que el único dueño del
producto del trabajo es el que lo produce y que el único dueño de la naturaleza
es el pueblo, es decir que estamos hablando de una apropiación privada
individual y una apropiación colectiva de la riqueza, lo que significa que se deben
empoderar las bases para que estas definan cómo solucionar sus problemas
existenciales en función a la imprescindible preservación del medio, en un
consenso dialogal y constructivo del individuo en la comunidad.
Estamos hablando de una nueva estructuración de
la sociedad asentada en las determinaciones de las bases, en la designación de
sus representantes administradores, coordinadores y ejecutivos bajo el estricto
control de las bases.
En resumen la realización de estos encuentros
de bases: de campesinos, indígenas, nativos, trabajadores y comunidades en
general, ya sea promovidos por el capital de Estado o del capital privado es
una vívida demostración de la continua dispersión del poder, las bases están
disputando el poder, al hasta ahora, impune sistema de estados organizados
mundialmente en la forma de Naciones Unidas. La culminación de este proceso de
degradación del poder sólo puede tener una salida, que es su desaparición y su
reemplazo por la democracia de las bases con el contenido recuperado del
Humanismo superior.
Escuela del Humanismo superior
En las Tierras del Libertador Grigotá
Octubre, 2015
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